No me avergüenzo al admitir que, cuando acabé de leer El Código Da Vinci, a principios de 2004 y un poco antes de su boom, me pareció uno de los libros que más me han enganchado. Todo tiene su momento y su lugar. Eso no quita que no esté de acuerdo con las declaraciones de Umberto Eco, cuando califica a Dan Brown como «una de sus criaturas» de El Péndulo de Focault, novela que, por cierto, es una de las mejores que he leído, dicho en un momento y lugar diferente.
No me avergüenzo de haber leído Los detectives Salvajes o Cien años de soledad y tener la sensación de no entenderlos, si es que hay algo que entender, y en cambio pasar un buen rato leyendo La catedral del mar. Y es que uno tiene que leer muchas sombras del viento antes de poder disfrutar de rayuelas, supongo.
No me avergüenzo de haber cambiado mi tendencia lectora y ahora atacar temas de no ficción y divulgativos.
En cambio, sí que me avergüenzo de haber creado un blog de libros y destruirlo en repetidas ocasiones. Para desfacer este entuerto, he decidido recopilar todos los posts sobre libros que he desperdigado en diferentes sitios y volverlos a publicar todos al unísono. En palabras llanas: vuelvo a mantener un blog sobre libros. Cada vez que escriba un libro, allí pondré mi reflexión. Es sobre todo para mí, pero también para quien se sienta interesado. De momento voy con un año y pico de retraso, pero me esforzaré en ponerlo al día rápidamente.
Así que, los buenos y malos libros, aquellos de los que me avergüenzo y de los que no, vuelven a estar allí. El momento y el lugar cambia constantemente, yo también lo hago y por eso cada post está estampado con el tiempo al que pertenece. Pero así uno también puede ser consciente de la evolución de las cosas.
Nos vemos por allí. Y también seguiré por aquí.